jueves, 14 de marzo de 2013

PZ.41




Juego: Quien perdona, se perdona.


No hay error que no sea verdad, todos nos equivocamos acertadamente. 

Celosos del daño, vivimos culpándonos por desear aniquilar al otro.

Sorpresa: No hay un “Otro”. 

Toda la ira, germina en mí. Todo el odio, florece en mí.



Mi juicio, me enjuicia.




Soy esclavo de mis sentencias, cuando condeno a otro, lo vivo yo.

Odiar me separa de mi. Cuando odiamos, nos volvemos esclavos de sostener el enojo.

Perdonar, me libera de todo, incluso de quien me “odia”.

Desear que el otro sea otro, es perderme la oportunidad de yo ser Yo.
Lo mejor que puedo hacer por el otro, es amarme a mí. 

Nadie me hace, yo vivo mi guion. Y soy quien lo escribe.

La realidad es la que pienso, no la que “veo”. Nadie ve más allá de sus pre-juicios.

Un escultor ve una obra, en lo que para otro solamente hay una piedra.

Ambos son ciertos y “reales”.


Mis manos deben aprender a soltar, única manera de soltarme.

Naufragando escapo de mis limitaciones, a la deriva de mí.


Cuando me anime a descoser la ilusión de mis necesidades, seré infinitamente abundante.

La abundancia como el éxito, son medidas del ego contra otro ego.


Si creo ser lo que tengo, tan solo tengo lo que creo que soy.

Si creo ser lo que logro, tan solo logro lo que creo que soy.


Lo que veo, es como me veo.

Uno, es la única medida de todas las cosas. 

Ser, despiertos del sueño del Ego.

 Esencia que tiene como medida, encajar en el gran rompecabezas de Dios.


“No cesaremos jamás de explorar,
y el final de todas nuestras exploraciones,
será el regresar, adonde comenzamos,
y conocer el lugar, por primera vez”

T.S Elliot