miércoles, 28 de diciembre de 2011

PZ.35

Sentado en la mesa del bar, que mira la espera de la ciudad, veo ir y venir zombies sin rostro.


Radiólogo de miradas, no pude encontrar a alguien que me descifre la clave de una vida sencilla.

La realidad de una torta que cada año está más colmada. Siempre tres deseos que son solo uno, me vuelve único. Soy uno para cenar de a dos, cada noche.



Iluso fugitivo de los embrujos instantáneos. Mi biblia habla de esa mesías que vendrá a salvarme.

Seré bautizado, naceré de nuevo. Pero la profecía no llega a cumplirse, suelo dormirme antes.

Voy saltando de secta en secta, todas me religan a falsas elegidas. Agotado de mi yo en silencio, me dejo caer un nuevo fin de semana, sobre mi desierto de sabanas. Pensando que seré solo conmigo.



Cada lunes renazco, y como detective del deseo, busco como un espía hallar perfumes que hablen de “ternura asegurada” “locura y renuncia” “admiración y pasión”.

Desesperado por no saber donde se enseña a encontrarte, soy un mono con navajas desafiladas por la tristeza de mi destino.



Yo que tengo para ofrecer todo, no hay quien me reciba. Benefactor de precipicios, las esperanzas se me suicidan cada domingo a la tarde, cuando mis teléfonos explotan de mensajes, invitándome a vaciarme aun más en espejos que no espejan.



Busco unos ojos que me reflejen para verme mejor. Busco unas manos ansiosas que me copien cada rincón de mí, para que se guarden en la memoria de su vida.

Itinerario incierto, si no sos vos, quien vendrá? Como saber que vos sos vos?

Como distinguir entre tantos maniquí caminantes, que vengan resucitarme de mi?



En cada diario del destino publiqué clasificados buscándote, sin saber quien serás, sin saber si vas leerlo.

He pasado tardes enteras en silencio esperando escuchar algún sonido. . .

Mi corazón no suena, nadie llama y van años de todo esto. Suena equivocado, se queda sin tono o vive ligado.



Me voy volviendo transparente. El tiempo nos vuelve invisibles año a año, para esos ojos de fuego, que nos cocinan el alma en segundos.



Todos añoramos encontrar nuestra sombra, y ser sombra de otro. Fundar una mística, que las multiplique y vea prolongarlas en el tiempo, estirándolas, acrecentándolas en la vida.



Llega la cuenta, y creo haber viajado siglos. Apuro el último sorbo de jugo de naranja, es otoño y Buenos Aires esta dorado. Camino por Cuenca, parezco un fantasma. Miro los arboles, la plaza. . .todo tiene el color de la extrañeza del sol.



Este será el ultimo otoño. . .sin vos?